Jueves, 30 de abril.
Doce menos diez: mi día empezó.
Me levanté y fui al baño a lavarme la cara, los dientes y cepillarme el pelo.
Volví a mi cuarto. Buscaba una colita de pelo para atármelo.
Estuve un rato con mi mamá y mi hermano desayunando.
Más tarde volví a mi cuarto, para abrir la computadora y entrar al aula virtual del Liceo.
El jueves es el día más difícil de la semana porque mi mamá, y también mi hermano, tienen todo el día clases virtuales. Así que yo lxs ayudo con lo que necesiten. Se podría decir que ese día "no hago casi nada de la escuela" ya que no tengo taaaaanto tiempo.
Después de muchos Zooms estoy tirada en mi cama, cual morsa, viendo los últimos capítulos de una de mis series policiales (miro muchísimas).
En uno de los intentos de mi mamá por hacer que me levanté de mi trono con forma de cama, lo logró y subimos a la terraza. Pusimos música (no muy fuerte) y bailábamos mientras tomábamos aire fresco y mi mamá sacaba fotos.Sí, maestra y fotógrafa, entre otras cosas, junto con la demencia (lo digo con mucho amor) es mi gran ídola.
Cuando bajamos, terminé lo que quedaba de mi pastafrola de cumpleaños.
Más abajo vas a encontrar una foto de antes de que sea devorada.
No puedo decir mucho más: en la cuarentena, lo demás es comer y dormir.
Emilia Benbassat Ballivián